America Latina ()
LA GUERRA SUCIA CONTINÚA
LA PAZ BAJO EL TALÓN DEL NARCOTRÁFICO

Los coloquios entre el gobierno de Pastrana y las FARC de Marulanda a duras penas encontraban resultados concretos. Los grupos paramilitares (cerca de seis mil hombres, responsables de entre tres y cuatro mil homicidios políticos de Colombia) prosiguen su caza al hombre. Los norteamericanos, para imponer su “paz”, siguen enviando armas y consejeros militares. Mientras tanto, el enorme negocio del narcotráfico condiciona fuertemente todo contendiente. En esta situación de confusión e incertidumbre, la guerra sucia no se detiene.

Bogotá. Ha sido apodada “Farclandia”, tierra de las FARC.
Se extiende a lo largo de 42 mil kilómetros cuadrados,
el equivalente a Suiza y dos veces El Salvador. Comprende cinco municipios, el más importante es San Vicente de Caguán, en Caquetá, los otros cuatro (La Macarena, Vistahermosa, Mesetas y Uribe) en Meta.
Juan José Olivarez Roja y Juan Domingo Varela son Misioneros de la Consolata argentinos. Ambos viven en el territorio militarizado, denominado “zona de distensión”. De paso por la capital, los dos sacerdotes hablan de la nueva situación . Mientras José es tranquilo, reflexivo, diplomático, Domingo es impetuoso, sanguíneo (ha tenido problemas tanto con la guerrilla como con los militares).

UN ESTADO PARALELO
Andrés Pastrana luchó por la creación de la “zona de distensión” como gesto concreto de buena voluntad para iniciar los diálogos que condujesen a la solución pacífica del conflicto.
El presidente ha tratado directamente con Manuel Marulanda Vélez, conocido como “Tirofijo”, viejo líder de las FARC. Pero el retiro del Ejército colombiano de una zona tan amplia no ha convencido a todos. Se habla de un Estado paralelo...
“Si tú, como extranjero –explica el padre José–, quieres entrar (con un mínimo de seguridad) en la zona de distensión, debes pedir permiso a las FARC. ¿A ti no te parece que vivimos en un Estado paralelo? Personalmente creo que sí”.
“Las FARC han sufrido una profunda transformación. Yo no logro entender si hay todavía una columna vertebral. El viejo Marulanda es todavía el abanderado, pero tengo la sensación de que hay frentes y relativos comandantes con ideas distintas de las del líder. En todos los casos, según yo, ha habido una involución en la parte ideológica. Contaminada por el narcotráfico, la guerrilla me parece que lucha sólo por conquistar el poder”.
“Por ahora, más que un diálogo ha habido monólogos, con cada sujeto empeñado más en escucharse a sí mismo que en oír las razones de la otra parte”.
“Pastrana –interrumpe el padre Domingo– ha llevado la bandera de la paz más por cálculo político que por convicción. Por su parte, las FARC están aprovechando la zona de distensión para reforzarse militar, política y económicamente”.
“Yo en cambio –interviene José– no me atrevo a hacer previsiones. Hay demasiadas variables en juego. Y el camino se está haciendo día a día”.

UNA DIVISA PARA HUIR DE LA MISERIA
En un país en el cual la filosofía masculinista (el llamado machismo) está todavía muy difundido, se dice que en las FARC las mujeres son el 25 o 35 por ciento de los efectivos.
Los dos misioneros confirman el fenómeno. “Las mujeres no sólo son numerosas, parece que también son las más valientes a la hora del ataque. Ayudadas probablemente por la mariguana”, explica el padre Domingo.
Según el periódico Semana, en las filas de los guerrilleros hay cada vez más chicos de entre 13 y 14 años. “Es cierto –responde José–. Pero sobre este punto en necesario hacer alguna distinción. En estas sociedades campesinas ser niño no es lo mismo que en Occidente. Aquí los niños comienzan a ayudar a los padres a los 5-7 años. Cuando llegan a los 13 o 14 años son ya considerados hombres. Con eso no quiero decir que sea justo o normal, pero es así”.
“El problema más serio –prosigue el misionero– es el de la atracción que la figura del guerrillero ejerce sobre los chicos. Ellos ven que un guerrillero tiene autoridad y es respetado por la gente. Por eso muchos eligen enrolarse en sus filas. Lo suyo es una huida de la miseria cotidiana”.

«COCALEROS» A LA FUERZA
Como en todos los países latinoamericanos, en Colombia los problema agrícola tiene dos aspectos: el ligado al latifundio y el relacionado con los precios de los productos.
Para el primero sólo efectivas reformas agrarias podrían dar resultados. El problema de los precios depende en cambio de las políticas impuestas a los países del Sur. Se trata de políticas neoliberales que obligan a abrir los mercados nacionales a beneficio exclusivo de las grandes multinacionales alimentarias. Éstas pueden tolerar las fluctuaciones de los precios (maíz, café, etc.), cosas que no pueden permitirse los pequeños campesinos. El resultado es empujar a los campesinos al cultivo de cáñamo de la india, amapola y, sobre todo, coca, cuyos mercados son muy estables y rediticios.
“El 80 por ciento de los campesinos de nuestra zona vive con lo proveniente de la coca, obligados a ser cocaleros porque no les queda otra alternativa. La región ha sido abandonada por el Estado, que no financia ninguna iniciativa económica, ni construye las infraestructuras. Si un campesino quiere llevar al mercado sus propios productos (maíz, yuca, plátanos, café), no hay las carreteras. E incluso si lograra llegar al mercado, los precios de venta son demasiado bajos”.

LA PAZ BAJO LOS TALONES DEL NARCOTRAFICO
Sobre la hipótesis de que la guerrilla se ha transformado en narcoguerrillera los pareceres son muy distintos. Los estadounidenses están seguros, mientras que los otros analistas son más cautos. Según éstos, la guerrilla no dispone de una red propia de importaciones-exportaciones, ni administra laboratorios de transformación o de un sistema de lavado de dinero.
Lo cierto es que en los territorios controlados por las FARC hay la obligación de la vacuna, una especie de impuesto revolucionario. “Los criadores, los productores de madera, todos la tienen que pagar –explica el padre Domingo–. La iglesia, al menos hasta ahora, ha sido eximida, porque se le reconoce un rol social”.
“Pero verás –interviene José– que dentro de poco también a nosotros nos pedirá dinero. Sea como fuere, la mayor parte de sus ingresos proviene de la coca. Yo he participado en reuniones de las FARC en las cuales los comandantes ordenaban a la comunidad venderles a ellos toda la coca, porque tenían un comprador. En pocas palabras, yo digo que, de un modo o del otro, la guerrilla tiene que ver con el narcotráfico”.

LAS MASACRES DE LOS PARAMILITARES
Durante el año pasado Colombia fue el tercer destinatario (después de Israel y Egipto) de las ayudas militares provenientes de Washington.
“Los Estados Unidos –explica José– sufren mucho las consecuencias de la difusión de la droga. Ayudando al Ejército colombiano esperan reducir la producción de droga y, al mismo tiempo, eliminar la guerrilla”.
De varias partes, en voz baja, se habla de una posible intervención de las tropas norteamericanas. Por ahora los norteamericanos habrían estado frenados por el temor de crear un nuevo Vietnam.
“No –interviene el padre Domingo–, una invasión no tendrá lugar nunca. Creo que en cambio habrá cada vez más paramilitares. Armar a estos últimos es para los Estados Unidos el modo más económico y menos peligroso para intervenir”.
Presentes en 350 de las 1.070 comunas colombianas, los paramilitares son protegidos por los sectores más ultrancistas de las fuerzas armadas. Pueden contar con una fuerza de 5 a 6 mil hombres, que concentran su atención en los simpatizantes (verdaderos y a veces presuntos) de la guerrilla.
En los últimos años Colombia ha visto un promedio de 30 mil asesinatos al año. Y la frontera entre violencia común y la de origen político es cada vez más vaga. Sin embargo, se calcula que la tasa de homicidios políticos se sitúa entre el 7 y el 10 por ciento del total. En 1977, el banco de datos del Centro de investigación y educación popular y de “Justicia y paz” indicaba que los paramilitares eran los mayores responsables de los homicidios políticos: el 84 por ciento contra el 14 de de la guerrilla y el 2 por ciento del Ejército.
Sobre los paramilitares (y parte de los ambientes militares) pesa, además, la responsabilidad de haber hecho fracasar, hace 15 años, el primer proyecto importante de paz. El 28 de mayo de 1984 fue firmado un cese al fuego entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC. Se fijó un período de un año para permitir al movimiento armado organizarse políticamente. En noviembre de 1985 nació la coalición de izquierda denominada Unión patriótica, que participó con éxito en las elecciones de 1986, ganando 350 consejos municipales, 23 diputados y 6 senadores. Pero la fiesta duró poco. Uno tras otro, con una precisión y una metodicidad diabólica, fueron matados millares de miembros del partido.

EL PELIGRO MAYOR: LA NARCOMENTALIDAD
Los grupos paramilitares son confederados bajo la sigla de Autodefensas Unidas de Colombia, capitaneadas por Carlos Castaño. Son financiados por empresarios y latifundistas y, desde hace algunos años, también por lo proveniente del narcotráfico, que representa la principal fuente de renta para todos los contendientes.
“Con el narcotráfico –concluye amargo el padre José– la crisis social, la pérdida de valores se acentuó. Actualmente domina la narcomentalidad: en primer lugar el dinero fácil, sel resto importa poco”.
Paolo Moiola

BOX:
Del ambiguo papel de los Estados Unidos
«FARCLANDIA» SE CONVERTIRA EN UN NUEVO VIETNAM?

21 de junio de 1998: llega Pastrana
Después de 12 años ininterrumpidos de gobierno del Partido Liberal, en la presidencia de la República es elegido Andrés Pastrana, conservador y ex alcalde de Bogotá.

7 de noviembre de 1998: nace “Farclandia”
El Ejército colombiano se retira de cinco municipios: San Vicente del Caguán (Caquetá), La Macarena, Vistahermosa, Mesetas y Uribe (Meta). Una zona de 42 mil kilómetros cuadrados grandes como Suiza y dos veces El Salvador. Nace la zona de despeje, sobrenombrada de inmediato “Farclandia”, o sea “Tierra de las FARC”.

7 de noviembre de 1999: las ayudas de Washington
El presidente Pastrana vuelve de Washington con la promesa de recibir 1.6 millardos de dólares en tres años para afrontar el narcotráfico. En realidad, las ayudas sirven sobre todo para derrotar a la guerrilla.

24 de octubre de 1999: “No más”
Es la jornada de la manifestación nacional por la paz. Bajan a la plaza millones de colombianos para pedir la paz.

Febrero 2000: “si Europa...”
Una delegación colombiana (compuesta por miembros del gobierno, representantes del sector privado y el comandante Raúl Reyes, número dos de las FARC) realiza una gira de estudio y reconocimiento por las capitales europeas. La esperanza es encontrar nuevos interlocutores que reduzcan la influencia norteamericana en Colombia.

28-29 de mayo del 2000: conferencia de las FARC
Las FARC organizan en la selva un congreso internacional sobre la droga.

8 de julio del 2000: obispos contra
La Asamblea plenaria de obispos critica el “Plan Colombia” y el modelo económico neoliberal que genera exclusión y empobrecimiento progresivo.


BOX: Ser magistrados en Colombia
ARRIESGAR LA VIDA

Como en cualquier parte del mundo, hay magistrados que sirven a la justicia y otros que sirven al poder. En Colombia, quien se encuentra en la primera categoría no está seguro de llegar a la jubilación. Por eso, una ONG alemana...

“Son muchos los miembros del sistema judicial colombiano que piden ayuda y a veces los tiempos para llegar son muy restringidos: 24 horas para preparar las maletas o encontrarse con una bala en la cabeza o una bomba bajo el coche. El último caso es el de una juez que ha suspendido a un grupo de generales por evidentes implicaciones en casos de violencia o relación con los paramilitares. La mujer fue acusada inmediatamente de complicidad con la guerrilla. Tuvieron que esconderla en Bogotá y, después de pocas horas, hacerla salir del país buscándole asilo político en el extranjero”.
Stella trabaja en una organización no gubernamental de víctimas de la violencia. La ONG se llama Fundación alemana de solidaridad y trabaja desde 1989.
En principio la asociación era sobre todo asistencialista (acompañamiento a las viudas, reinserción de las familias, etc.). Después han sido activados otros programas: recuperación psicológica de las personas, becas de estudio para los huérfanos, crédito para abrir empresas familiares. En fin, hay programas de emergencias para los jueces amenazados que tienen que abandonar el país. Actualmente el organismo está ayudando a cerca de 250 familias.
En Colombia, el poder judicial no puede ser libre ni autónomo. La razón es que todos los contendientes aplican la práctica sucia de las “infiltraciones”: militares infiltrados en las organizaciones paramilitares infiltrados en la guerrilla, guerrilleros infiltrados en el ejército. De este juego con no se escapa ni la magistratura. Ésa es la razón por la que “para un magistrado es tan peligroso servir a la justicia”
En la directiva de la asociación están presentes miembros laicos y clericales. Entre todos, hay que señalar el Centro de investigaciones popular, una asociación fundada por los jesuitas, cuya actividad está siempre en la mira de las fuerzas armadas y de los paramilitares.
Por su parte, Stella llegó a las Fasol después de otras experiencias “fuertes”. Primero trabajó 10 años entre los gamines (niños de la calle), luego de la pérdida violenta de dos hermanos (uno asesinado, y el otro desaparecido) y la transferencia a Riobamba, en Ecuador, trabaja con los misioneros de la consolata.
Para quien no conoce la gravedad de la situación colombiana, es dificil escuchar las palabras de la voluntaria de Fasol: “Tengo una amiga –cuenta Stella– que vive en la región de Antioquía, después esta costumbre formar familias muy numerosas. En su casa son 18 hermanos. Pues bien, de nueve que estudiaron para abogados, seis fueron asesinados”.
Paolo Moiola


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